En un giro inesperado, se ha revelado el salario que la reina del talk show, Wendy Williams, recibió por el polémico documental de Lifetime que fue duramente criticado por considerarse explotador y denigrante. Según documentos judiciales desclasificados, la presentadora de 59 años cobró la friolera de $100,000 por cada uno de los cuatro episodios de la serie documental.
Este revelador dato sale a la luz en medio de la ardua batalla legal que libra la guardiana asignada por la corte a Williams, Sabrina Morrissey, contra la compañía productora A&E Networks Television, LLC. Morrissey alega que la estrella de la televisión no se encontraba en condiciones mentales para firmar el contrato debido a su reciente diagnóstico de afasia progresiva primaria y demencia frontotemporal, la misma enfermedad que puso fin a la carrera del actor Bruce Willis.
Según el contrato de 18 páginas supuestamente firmado por Williams a principios de 2023, la "diva del chisme" también recibía un estipendio diario de $1,000 para cubrir los gastos de maquillaje y peinado requeridos durante las grabaciones del documental titulado "¿Dónde está Wendy Williams?".
Las cláusulas del acuerdo establecían: "El productor pagará al artista una tarifa de Mil Dólares ($1,000.00) por cada día de rodaje pre-aprobado por los productores en el que se requiera glamour para el día de rodaje, como reembolso por todo el cabello y maquillaje del artista y sus asociados".
La demanda presentada por Morrissey el mes pasado ante la Corte Suprema de Nueva York buscaba evitar la emisión del documental, argumentando que Williams "no era y no es capaz de consentir los términos del contrato" y que nadie actuando en su mejor interés permitiría que fuera retratada "de una manera tan denigrante".
A pesar de los esfuerzos legales, la serie documental se emitió finalmente los días 24 y 25 de febrero, desatando una tormenta de críticas en las redes sociales contra los productores por mostrar a la gurú del cotilleo en un estado de declive cognitivo, incluyendo tomas invasivas de sus pies deformados por la linfedema.
Uno de los productores admitió ante The Hollywood Reporter: "Si hubiéramos sabido que tenía demencia, nadie habría rodado una cámara".
En resumen, este escándalo ha puesto en tela de juicio la ética de los medios de comunicación al retratar a figuras públicas en circunstancias vulnerables, avivando el debate sobre los límites del entretenimiento y el respeto a la dignidad humana.
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